Por Sandy Mercedes
El período que transcurre invita a la meditación en toda la
nación dominicana y el mundo porque debe haber un campo de actividad espiritual
que necesitan los pueblos para desarrollarse en el universo de personas que
conviven y se relacionan dentro de una misma esfera social.
No solamente estamos
en el deber de integrarnos a un planteamiento global para buscar soluciones a
los problemas más apremiantes de la humanidad, sino también interceder a favor
de un cambio de dirección en las profundidades del alma; que nos guíe a una
reflexión que tenga como objetivo el crecimiento, progreso y prosperidad de
todo el colectivo, y donde la esperanza, perdida casi en la mayoría de
personas, vuelva a ser restaurada.
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